En la provincia de Córdoba, los encantos del Valle de Calamuchita en invierno deslumbran a cualquier visitante. Te dejamos algunos destinos que tientan, tanto por su belleza natural como por la posibilidad de descansar en pueblos que parecen sacados de un cuento.
La Cumbrecita
Si hay algún pueblo de Córdoba en el que la palabra “magia” florezca en todo su esplendor, es La Cumbrecita. Ubicada a 1450 metros sobre el nivel del mar, esta idílica comunidad de aspecto centroeuropeo se alza entre densos bosques de coníferas y las profundas quebradas de las Sierras Grandes.
Es un pueblo peatonal: los vehículos se dejan antes de cruzar el puente que, atravesado por el cristalino Río del Medio, nos lleva a las coloridas y fabulosas callejuelas. Numerosas opciones gastronómicas, producto de una curiosa historia multicultural, aparecen ante los ojos del visitante, como así también variadas muestras de artesanías. Las construcciones de la comuna, de estilo alpino, se conjugan con el exuberante manto vegetal que cubre las montañas aledañas. El resultado es un paisaje que bien podría pertenecer a los Alpes, atravesado por trasparentes vertientes y arroyos que forjan rincones maravillosos. En la temporada invernal, el quimérico paisaje se tiñe de blanco durante varias jornadas.
El lugar cuenta con numerosos alojamientos, incluyendo pequeños hoteles, y además de sus ofertas culinarias y artesanas, ofrece numerosos circuitos de caminatas, tales como La Cascada, la Cascada Escondida, La Olla, Cerro Wank, entre otros. También en su territorio se encuentra en el famoso parque Peñón del Águila, que incluye numerosos juegos desarrollados en medio de un entorno natural de gran belleza.
Villa Alpina
Al sur de la Cumbrecita, luego de atravesar varios kilómetros de caminos de ripio, Villa Alpina aparece ante la vista. Es una pequeña comuna, ubicada en un entorno salvaje y de imponentes paisajes.
Atravesado por el Río Los Reartes, y envuelto en una frondosa vegetación que combina lo exótico y lo nativo, este caserío constituye el principal punto de acceso al Cerro Champaquí, la montaña más alta de la provincia, con 2790 metros de altura. Además, cuenta con numerosos circuitos de trekking que ascienden por las vertientes orientales de las Sierras Grandes, y que incluyen accesos a profundas quebradas y circuitos por el río principal que develan espumantes cascadas y profundas hoyas. Este sitio constituye un refugio del ruido moderno en donde el silencio y el esplendor de la naturaleza se presentan en su máxima expresión. Es ideal para el descanso. Desde aquí, pueden observarse las formidables cumbres que, en ciertos días de invierno, constituyen blancas agujas que apuñalan el cenit azulado.
Si bien el pueblo no cuenta con establecimientos hoteleros comparables a La Cumbrecita, ofrece pintorescos grupos de cabañas y algunas viviendas.
San Clemente
Ubicada entre los valles de Calamuchita y Paravachasca, alejada del mundanal ruido y cobijada por las agrestes serranías orientales, San Clemente constituye un destino encantador para visitar en invierno. Está entrecruzado por cursos fluviales, amplios valles, frondosas laderas e insospechados rincones de naturaleza virgen. Apareciendo tímidamente a la carretera, atravesado por el Río San José, es el pueblo más cercano al Parque Nacional Quebrada del Condorito, área protegida de capital importancia y un gran atractivo de la región. Las posibilidades que el pueblo ofrece en materia de aventura son sorprendentes, ya que su territorio se encuentra atravesado por varios ríos tales como Los Espinillos, Corralejos, Las Tazanas.
Cuenta con diversos alojamientos y, además de la gran oferta de circuitos de aventura, presenta opciones de turismo rural que incluyen a la Estancia La Granadilla, así como restaurantes. El sector del poblado se encuentra inmerso en espesas frondas, generando un paisaje que combina el encanto, el misterio y la calma. Destino ideal para todas las edades, ofreciendo aventura, trekking, descanso y relajación.
Si vas a recorrer el Valle de Calamuchita en invierno, preparate para inundar tus sentidos de belleza paisajística, una cultura tentadora, buena gastronomía y, por qué no, un poco de aventura. ¡Y contanos sobre tu experiencia en los comentarios!