Hace algunos años, en pleno día de verano, por recomendación de la dueña de las cabañas donde nos estábamos hospedando, nos aventuramos a explorar el Puente de Piedra, un regalo natural a orillas del lago Caviahue. Desde el pueblo, tomamos la ruta provincial N°26, desviándonos a la izquierda y recorriendo 2 kilómetros en auto hasta llegar a la playa.
La caminata hasta el Puente, catalogada como de dificultad “media”, se extendió por más de 3 kilómetros entre ida y vuelta. A pesar de una subida de unos 500 metros desde el estacionamiento, encontramos que el sendero, marcado por postes que delineaban nuestro rumbo, ofrecía un recorrido sencillo y sin muchos obstáculos. Siguiendo la senda, exploramos la costa del lago con formaciones rocosas únicas, testimonios del paso del tiempo y de la fuerza del agua.
Con sus 16 metros de largo, 5 metros de ancho y unos imponentes 30 metros de altura, el Puente de Piedra nos recibió con su esplendor. Al llegar, nos sorprendió encontrarnos con un vaquieano local y su hijo, quienes pastoreaban cabras. Con curiosidad, les preguntamos si era seguro caminar sobre el puente. Para demostrarnos que sí, el vaqueiano cruzó a caballo, transmitiéndonos confianza. Particularmente a mi, que tengo un poco de vértigo, me dio un poco de respeto cruzarlo, pero decidimos hacerlo con cuidado, apreciando la majestuosidad de este monumento natural.
Este último invierno, cuando regresamos a Caviahue, tuvimos la oportunidad de charlar con la gente de la oficina de turismo. Nos contaron que en los últimos tiempos, el Puente de Piedra se convirtió en uno de los lugares más visitados de la zona. Sin embargo, también nos compartieron algunas experiencias desafortunadas, donde turistas realizaron imprudencias que resultaron en rescates complicados. En este momento, se solicita evitar cruzar el puente.
A pesar de estas precauciones, sabemos que este espectáculo de la naturaleza es temporal. La erosión seguirá su curso y, en algún momento, el puente dejará lugar a dos torres separadas. Si visitás la zona, creemos que aún vale mucho la pena admirarlo desde una distancia segura.